dsfsd

El gran equilibrista habí­a tendido una cuerda desde un borde al otro de un acantilado.…

—¡Señor, te bendigo porque me permitiste ser un leproso! La enfermera, extrañada, le protestó: —Pero…¿cómo…

En cierta ocasión un hombre le dio a Dios todo su corazón y su vida…