En Génesis 1:27 dice: «Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.» De esa textualidad, la tradición hebrea sugiere que «se trata de un mismo hecho explicado dos veces, pero también que Dios creó primero a una mujer a imagen suya al mismo tiempo que a Adán, y más tarde a Eva desde una costilla de éste».
significa que hubo otra mujer antes, la cual terminó abandonando el Paraíso. Según esta tradición judía, Lilith es esa mujer que precedió a Eva, y que, una vez lejos de Adán, se convirtió en un demonio que rapta a los niños en sus cunas por la noche y una encarnación de la belleza maligna así como la madre del adulterio.
Más allá de esta tradición hebrea, el origen del mito de Lilith parece contar con raíces sumerias o acadias. En concreto había en Mesopotamia, según el arqueólogo británico Reginald Campbell Thompson, un grupo de demonios femeninos derivado de la criatura Lilitú (Lilu, Lilitu y Ardat Lili) con unas características que responden a esta figura mitológica: eran mitad humanas y mitad divinas, usaban la seducción y el erotismo como armas; y la noche era su hábitat natural.
Lilith perdió varias cualidades con su versión hebrea, como es su carácter divino, pero adquirió una personalidad más compleja. Su presencia es frecuente en el folclore y los textos del Judaísmo. Según el Yalqut Reubeni –una colección del siglo XVII de midrashim (interpretaciones de textos antiguos) por el rabino Rubén Hoschke Kohen–, « Dios formó a Lilith del mismo modo que había formado a Adán, aunque utilizó inmundicia y sedimento en lugar de polvo puro». La inmundicia habría convertido a esta criatura en un demonio del que, a su vez, nacieron otras criaturas malignas que «todavía atormentan a la humanidad». En el Alfabeto de Ben Sira (escrito entre el siglo VIII y el XI), se narra cómo Lilith se resistió a yacer por debajo de Adán: «¿ Por qué he de yacer debajo de ti? Yo también fui hecha con polvo y por tanto, soy tu igual», afirmó Lilith, que, al ser forzada por Adán a obedecerle, pronunció el nombre de Dios en vano y decidió abandonar el Edén con dirección al Mar Rojo.
La única mención de Lilit en la Biblia se encuentra el Isaías 34:14, que en la Biblia de Jerusalén está traducida así: «Los gatos salvajes se juntarán con hienas, y un sátiro llamará a otro; también allí reposará Lilit, y en él encontrará descanso».
En realidad, pocos personajes de leyenda acumularon tanto horror. Se la llamó «criatura maligna… demonio… ramera… bestia montesa… gato cerval… lechuza…»
Todo es cuestión de fe…, aunque la razón golpee la puerta una y mil veces.