La Biblia dice: «Todo me les lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica.» (1 Cor.10:23). En otro lugar dice: «Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna.» (1 Cor.6:12).
En Cristo tenemos libertad, pero esa libertad tiene ciertos límites. Aquí en estos versículos podemos ver cuáles son esos límites.
Dice: «Pero no todo edifica»; y luego «No todas (las cosas) convienen»… «Mas yo no me dejaré dominar de ninguna.» La televisión no siempre edifica, no siempre conviene, y lo que, tal vez, es más importante, ella no debe llegar a dominarnos.
Hay cosas en la T.V. que pueden, sin duda, ser de ayuda. Sea para el colegio, como conocimiento general, sea como información. Sin embargo, la mayor parte de la programación televisiva no pretende entregar información o cultura, sino, simplemente, entretener.
La necesidad de recreación tiene su lugar en toda persona, pero ¿qué tipo de entretención entrega la T.V.? Sus programas interactivos son insulsos, sus temas, normalmente banales, referidos al submundo de las «estrellas» del espectáculo. ¿Qué edifica eso, qué conveniencia tiene eso para un hijo de Dios? Allí se dejan ver las formas de vida de esas personas, destituidas de toda moral; ellos viven la vanidad, el tráfago de una vida liviana, ellas forman parte de un show que «vende».
La programación de la T.V. ha perdido una orientación seria. Los programadores no tienen en mente principios dignos de alabanza, sino simplemente el ‘rating’. Es decir, lo que la gente pide. La programación obedece a los dictados de los televidentes. Sabemos lo que el mundo quiere, cuáles son sus grandes dramas, sus grandes vacíos. En definitiva son ellos, quienes, de acuerdo a sus nefastos criterios (o falta de ellos), programan la T.V. que hoy tenemos.
La T.V. puede transformarse en un vicio. Hay niños y jovencitos expuestos totalmente a su influjo. Ellos no tienen restricciones. El mensaje de la T.V. sea abierto, sea subliminal es completamente asimilado por sus mentes. Ellos pasan gran parte de su tiempo libre (es decir, de su vida) frente al televisor. En ese camino, ellos fueron escalando varias etapas. Primero fue la etapa de los dibujos animados, de la T.V. abierta, luego la del Cable, de los videos, etc. A medida que la edad avanza, los gustos cambian, y la truculencia y la inmundicia también.
¿Qué conviene a un joven cristiano? Tener control sobre sí mismo y sobre lo que ve en T.V. Proverbios 25:26 dice: «Como ciudad derribada y sin muro es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda.» Tenemos que usar la rienda con respecto a nosotros mismos y lo que nos afecta.
De manera que sintetizando el principio número uno es: «No todo edifica»; el segundo es: «No todo conviene»; y el tercero es: «No me dejaré dominar.»
Creo que, si podemos ver lo que es nocivo para nuestra mente, y para nuestro caminar con el Señor, y si decidimos en nuestro corazón apartarnos de ello, el Señor nos dará la gracia para hacerlo.