Se cuenta acerca de un niño que fue a pasar el invierno en el campo, en Florida. Volvió a la ciudad muy disgustado con la vida campesina, tan aburrida. Su nuevo maestro, que era aficionado a la botánica, logró interesar mucho al alumno en el estudio de ciertas plantas tropicales, y le llevó a un invernáculo para que las viera crecer. Luego le dijo que en Florida había muchas de estas hermosas orquídeas. El muchacho le dijo sorprendido:
– Pero yo he estado en Florida, y no he visto ninguna.
– Tal vez no buscaste orquídeas, por eso no las viste. La próxima vez que vayas, no se te han de escapar.
Así acontece a menudo con la Biblia. Una persona no ve ninguna belleza en ella, pero el Espíritu Santo está dispuesto a abrir los ojos del entendimiento y a enseñarnos. Quizás algún sermón o algún libro nos revele alguna verdad, dándole una aplicación a nuestras vidas, que nunca antes ha tenido.