Hace muchos años un ministro iba a caballo para tomar el tren, cuando se dio cuenta de que había un lugar en el campo donde el ganado había quebrado la cerca y se había metido al sembrado de maíz que apenas estaba comenzando a brotar. Este ministro inmediatamente se dio cuenta de que a menos que se echara fuera el ganado y se arreglara la cerca, el campo quedaría completamente arruinado y se perdería la cosecha.
Miró su reloj y vio que apenas tenía tiempo para llegar a la estación y que si se detenía para arrojar al ganado y arreglar la cerca perdería el tren.
Sin embargo, el ministro sabía lo que le gustaría que alguien hiciera en caso de que este sembrado fuera de él. Por tanto, en obediencia a la Regla de Oro y a la ley del amor, se bajó del caballo, arrojó al ganado y arregló la cerca.
Afortunadamente el tren llegó tarde y él pudo alcanzarlo.
Cuando alguien dispone su corazón para hacer lo bueno, Dios está obrando con él.