John D. Rockefeller tenía ingresos de alrededor de un millón de dólares semanales, pero la dieta que sus doctores le permitían no costaba más que unos pocos centavos. Uno de sus biógrafos dijo que vivía a base de una dieta que hasta un mendigo hubiese despreciado: «Pesando menos de cincuenta y cinco kilos, preparaba (para desayunar): una gota de café, una cucharada de cereales, otra de huevo, y un bocado de carne del tamaño de un guisante». Era el hombre más rico del mundo pero no era capaz de disfrutar su comida.
Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada.…