En la temporada de básquetbol de la NBA 1998-99, David Robinson, frecuente figura principal y veterano centro de los Spurs de San Antonio, aprendió a compartir el primer plano con el nuevo jugador dominante de la liga: su compañero de equipo Tim Duncan como su jugador estrella. Y Robinson reflexionó en Sports Ilustrated lo que eso fue para él:
No puedo exagerar cuán importante ha sido para mí la fe como atleta y como persona. Me ha ayudado a tratar con muchos asuntos, que incluyen ego y orgullo. Por ejemplo, no puedo negar que me sentí extraño al ver a Tim de pie en el podio con el trofeo de las finales de MVP.
Pensé: Vaya, nunca había llegado al final de un torneo sin que yo fuera quien sostuviera ese trofeo. Fue duro.
Sin embargo, reflexioné en la historia de David y Goliat, David ayudó al rey Saúl a ganar una batalla, pero el rey no estaba feliz por haber matado a miles de hombres mientras David había matado diez veces más. Así que el rey Saúl no podía disfrutar la victoria porque le molestaba que David obtuviera mayor crédito.
Soy bienaventurado porque Dios me ha dado la capacidad de disfrutar la victoria: así Tim haya «matado» a diez mil. Eso es fabuloso. Me siento feliz por él.
Tomado del libro Ilustraciones perfectas publicado por Unilit. Usado con permiso. Todos los derechos reservados.