El primer documento moderno que se conserva sobre esta leyenda es un panfleto de cuatro hojas llamado «Breve descripción y relato de un judío de nombre Ahasverus«, impreso en Leiden en 1602 por Christoff Crutzer. Sin embargo, no hay registro de ningún impresor con ese nombre en los archivos de Leiden, por lo que se supone que este nombre es un seudónimo.
Según L. Neubaur, la leyenda se inspiró en las palabras encontradas en el Evangelio de Mateo 16:28:
«De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino.»
Esta cita figuraba en el panfleto original de 1602. Hay quienes aplican el pasaje citado a Juan, basándose en un pasaje de su propio evangelio, concretamente 21:20-23: «Volviéndose Pedro, vio que les seguía el discípulo a quien amaba Jesús, el mismo que en la cena se había recostado al lado de él, y le había dicho: Señor, ¿quién es el que te ha de entregar? Cuando Pedro le vio, dijo a Jesús: Señor, ¿y qué de éste? Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú.»
Otra versión dice que Malco, el asistente del sumo sacerdote, al que Pedro le cortó la oreja, es el judío errante. Juan 18:10 «Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la desenvainó, e hirió al siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. Y el siervo se llamaba Malco.»
Igualmente Jacob Basnage, autor protestante, en su Historia de los judíos cuenta que hay exactamente tres judíos errantes:
Samer o Samar: judío errante condenado a vivir siempre y a vagar por haber fundido el becerro de oro en tiempo de Moisés.
Catafito o Catáfito: habría sido una especie de guardia o policía de la puerta del pretorio de Poncio Pilatos, en cuya ocasión, cuando sacaron a Cristo de dicho pretorio para crucificarle, para que saliese más prontamente y evitar la aglomeración o el bullicio le dio un empujón en la espalda, a lo cual Cristo, volviendo el rostro, le dijo: «El Hijo del Hombre se va, pero tú esperarás a que vuelva». Se trata de una profecía del mismo Cristo, por la que este judío no había de morir hasta que Cristo volviese a juzgar vivos y muertos. Cada cien años sufría enfermedad y angustia de muerte, pero luego sanaba y se rejuvenecía hasta los treinta años, edad que tenía cuando Cristo murió.
Ausero: zapatero de Jerusalén que echó de un empujón a Cristo del quicio de su puerta cuando el Señor se detuvo allí a descansar camino del Calvario, diciéndole: «Despacha, sal cuanto antes; ¿por qué te detienes?». Cristo le respondió: «Yo descansaré luego, pero tú andarás sin cesar hasta que yo vuelva». Desde aquel momento empezó el cumplimiento del vaticinio, siempre andaba peregrinando, sin parar en provincia alguna. Representaba la edad de cincuenta años y prorrumpía en frecuentes gemidos por la tristeza que le causaba la memoria de su delito. De este se dice: «La aparición más resonante y multitudinaria del judío errante se produjo en Hamburgo en 1542, si damos crédito al testimonio de Paul von Eitzen (1521-1598), obispo de Schleswig. En su relato sobre la aparición de 1542, destacó que Ahasvero fue visto por centenares de personas y comunicó sombríos detalles sobre los padecimientos de Jesús».
En la Génesis 4:12-15 se menciona a Dios, después de ver que Caín había matado a su hermano, lo maldice así: «Cuando labres la tierra, no te volverá a dar su fuerza; errante y extranjero serás en la tierra. Y dijo Caín a Jehová: Grande es mi castigo para ser soportado. He aquí me echas hoy de la tierra, y de tu presencia me esconderé, y seré errante y extranjero en la tierra; y sucederá que cualquiera que me hallare, me matará. Y le respondió Jehová: Ciertamente cualquiera que matare a Caín, siete veces será castigado. Entonces Jehová puso señal en Caín, para que no lo matase cualquiera que le hallara.»