Tiempo atrás cuando se casaban lo hacían porque los padres habían firmado un contrato, o intercambio de anillos, por compra de la novia, o por el acto sexual. Luego todas estas costumbres se fueron llevando a la época que hoy vivimos, así como tiramos arroz a los novios, que viene de un antiquísimo ritual pagano de la fertilidad.
La regla para los cristianos no es solo el «civil» sino el «espiritual», el sello de Dios allí. El matrimonio no es tener sexo, es un PACTO entre ambos cónyuges y un PACTO con Dios.
Malaquías 2:14 dice: «….Contra la cual has sido desleal, siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto».
Probervios.2:1 dice: «La cual abandona al compañero de su juventud y se olvida del pacto con su Dios»
Solo debemos realizar dos pactos en la vida, uno con Dios y otro el PACTO MATRIMONIAL. Esta unión permite ser «uno». Se puede romper solo por las causas que Dios estipula. Cuando uno pacta lo hace de por vida, es un acuerdo de unión espiritual.
Los pactos son usados por el enemigo, él sabe que el acto es algo muy difícil de romper. Se puede pactar con sangre, por escrito, por palabra, por trabajos (macumba, tatuaje etc.) Se puede pactar con gente, con situaciones, con lugares, pastores, iglesias etc. La Biblia nos autoriza solo dos pactos con Dios y el matrimonial.
Así como cuando alguien hace un pacto de sangre o escrito o de palabra se rompe a través de la renuncia, se quiebra por el poder de la sangre de Cristo, así el pacto matrimonial se rompe cuando hay inmoralidad sexual y abandono.