El anciano apóstol Juan, disfrutaba de un descanso jugando con sus palomas favoritas. Un cazador que regresaba de los campos lo vio, y acercándose a él expresó con verdadera sorpresa:
– ¿cómo alguien tan santo y absorbido con tan altos intereses estuviera ocupado de ésta manera?
El sabio apóstol, señalando al arco del cazador, le preguntó:
– ¿Por qué la cuerda de tu arco no esta tensa?
Rápidamente la respuesta fue:
– Ya he terminado el tiempo de cazar y es necesario que la cuerda este floja para que el arco preservara su elasticidad y fuerza.
– Bien dicho -dijo el apóstol Juan- ; yo también debo aflojar la cuerda de mi arco después del trabajo del día: de ahí este mi pasatiempo favorito.
Muchos predicadores ignoramos cuánta energía intelectual, espiritual, emocional y física gastamos en el curso de nuestro ministerio. La verdad es que difícilmente haya otra ocupación en la tierra que demande tanto de la total personalidad que la predicación ungida. Por esta sola razón, tendría que haber tiempo no solamente para la restauración espiritual y el descanso mental sino también para la recreación física.
Fuente: Guía de Predicación Expositiva – Stephen F. Olford