El pulpo azul vive en los mares de Australia. Mide sólo 10 centímetros de diámetro (el tamaño de una pelota de golf). Relativamente, este pulpo es una de las más pequeñas criaturas del mar. Sin embargo, lleva un veneno altamente mortífero. Al ser picado por este pulpo, la víctima pierde la vista en cuestión de segundos. Después de unos tres minutos la víctima queda paralizada y no puede respirar. La muerte viene rápidamente, y actualmente no existe antídoto alguno.
El pulpo azul se encuentra en los rebalses por la orilla del mar cazando los cangrejos. Parece una criatura tan inofensiva que da ganas de que uno lo tome en las manos, pero el veneno es tan potente que puede dar muerte a veintiséis adultos en pocos minutos.
De la misma manera, dice Santiago, que la lengua «es un miembro pequeño», pero está «llena de veneno mortal» (Santiago 3:5 y 8). Unas palabras hirientes o falsas pueden «dar muerte» a muchas personas en poco tiempo. ¡Detenga su lengua!.
Este mensaje me recuerda también que a veces a los jóvenes hay cosas en el mundo que les llaman la atención, cosas que al igual que el pulpo azul parecen hermosas, pero que una vez que entran en contacto con ellas se contaminan y pueden producir la muerte espiritual. Recuerda lo que Pablo le decía a Timoteo: «MANTENTE PURO».