«Los hábitos pecaminosos son difíciles de romper, pero si no se rompen ligan al cliente con fuerza mayor. Queda amarrado por las cuerdas de su propio pecado. Se da cuenta de que el ciclo del pecado es una bajada en espiral que le arrastra. Es capturado y atado por las cuerdas apretadas y permanentes del
pecado. Al fin se convierte en esclavo del pecado».
Autor: Jay Adams