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La elección de un pastor es sencillo; si miramos los requisitos para los diáconos que servirían en la mesa (Hechos 6), buena reputación, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría. Y combinándolo con los requisitos de Pablo (1 Timoteo 3) en el cual todo se resume en ser irreprochable y no tener ná de qué avergonzarse.Si se quiere hacer una especie de "dinastía", se está dejando fuera al Espíritu Santo, por la sabiduría humana, diabólica y animal, que engaña su corazón y su camino parece ser recto, pero es camino de perdición. Con tales cosas, se puede saber el fin de esa congregación.Esto es un problema que hoy en día enfrenta la Iglesia con la mal llamada "sucesión apostólica", y con este de la "dinastía" suena más a un ambiente político (de apellidos) mas que espiritual. Ahora bien, hay hijos de pastores que suceden a su padre en la misma Iglesia, porque ya tienen mérito y reconocimiento. Pero no es una regla. Y es lamentable escuchar del caso que einstenio nos comparte.