Estoy leyendo a Craig L. Blomberg sobre su comentario a 1 Corintios y me encontré con esto:
¿Pero qué sucede con aquellas personas que, por una u otra razón, no tienen oportunidad de casarse? ¿Cómo pueden encontrar apropiado alivio sexual para uno de los impulsos corporales más fuertes? Aunque sigue siendo un asunto controvertido y rara vez se habla de ello en los discursos públicos, parece que un limitado uso de la masturbación sería la respuesta más apropiada. Ningún texto bíblico habla directamente de esta práctica; sin embargo, si aquello que tienen en común los pecados de naturaleza sexual es la utilización impropia de otro ser humano con quien no se está completamente comprometido, entonces la propia estimulación parecería estar exenta de esta forma de abuso. Por supuesto, aunque la masturbación puede convertirse en adictiva o lujuriosa, no tiene por qué ser necesariamente así; por otra parte, un limitado uso de esta práctica sí puede evitar una impropia sexualidad interpersonal al aliviar de manera periódica intensos impulsos sexuales.
Un significativo número de escritores cristianos contemporáneos coinciden en este asunto. Ver, p. ej., Jack O. Balswick y Judith K. Balswick, The Family: A Christian Perspective on the Contemporary Home (Grand Rapids: Baker, 1989), 184–87; Clifford y Joyce Penner, The Gift of Sex (Waco: Word, 1981), 230–36; Lewis B. Smedes, Sex for Christians (Grand Rapids: Eerdmans, 1976), 160–64, 243–46.
¿qué opinan?