Una vez le dijo la nariz a su dueño:
-«Estoy harto de tener que cargar esos anteojos para que los ojos puedan ver, de ahora en adelante me niego a cargarlos».
El hombre no quiso ser injusto y respondió:
-«De acuerdo, se hará como tu lo quieres».
De repente aquella persona al no poder ver bien y sin los anteojos se tropezó y cayó. Con tan mala suerte que cayó de frente y adivinen…se quebró la nariz!
¿Quiénes somos nosotros para despreciar a otros?
Muchas veces nos sentimos cargados o nos parece que cargamos cosas que no nos sirven de nada. Jesús dijo «El que me quiera seguir que tome su cruz y me siga».
Dejemos de quejarnos, no vaya a ser que no queramos hacer algo que es para nuestro propio bien.