Un sábado por la tarde el padre deja a su hijo en casa, porque el muchacho no se sentía bien. Al salir, el padre le dijo: «No vayas al lago a nadar con tus amigos.» Y el muchacho respondió: «¡Entendido, señor!» Al regresar a casa, el papá pasó junto al lago, y vio a su hijo divirtiéndose con sus amigos en el agua. El padre detiene el carro, llama a su hijo y le dice: «¿No te dije que no vinieras a nadar?» Y el hijo responde: «Pero, papá, no tenía la intención de nadar. Sólo vine a mirar, pero me caí en el agua.» Cuando el padre empezó a sentir lástima por su hijo, notó que su hijo vestía su traje de baño. Y su hijo le explicó: «Yo cargue mi traje de baño, por si acaso era tentado.»
¡Amigo, no haga ninguna provisión para la carne!. Pídale a Dios que prevenga el que usted sea tentado hoy. Pídale fortaleza para vencer la tentación, si es que Él la permitiera. Y no sólo cuando ocurre la tentación, sino a lo largo del camino cuando tiene que tomar decisiones
«Sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne» (Romanos 13:14).