La vida de Guillermo Wilberforce rechaza la noción popular de que un político no puede ser un cristiano piadoso dedicado al servicio de la humanidad.
Wilberforce nació de una familia rica el 24 de agosto de 1759 en Hull, condado de York, y se educó en el Colegio de San Juan, Cambridge. En 1780 fue elegido a la Cámara de los Comunes, en la cual sirvió hasta 1825. Murió en Londres el 29 de julio de 1833 y recibió sepultura en la abadía de Westminster.
Era muy despreocupado en asuntos de religión. Pero en 1784 durante un viaje, por invitación de su amigo el Rev. Isaac Milner, leyeron todo el Nuevo Testamento en griego, idioma que ambos amigos conocían perfectamente, y esa simple y sola lectura revolucionó la vida de Wilberforce: fue un hombre nuevo se convirtió al cristianismo evangélico, un digno senador cristiano.
Se entregó sin reservas a promover las misiones de ultramar, la educación popular, y la reforma de las costumbres públicas y de la moralidad. También apoyó la reforma parlamentaria y la emancipación política de los católicos romanos. Pero sobre todo, es famoso por la insistente e inflexible cruzada que él solo mantuvo tenazmente en favor de la abolición de la esclavitud y de la trata de esclavos. Tan sórdido tráfico quedó abolido en 1807. Murió justamente un año antes de que el Parlamento eliminara la esclavitud en los dominios británicos. Una de las últimas cartas que Juan Wesley escribió iba dirigida a Wilberforce. En ella Wesley lo bendecía por tan noble empresa.
Wilberforce puso al servicio del bien una oratoria elocuente, una personalidad agradable y un espíritu religioso profundo. Los conciudadanos reconocieron su grandeza heroica.
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