En Génesis 1:27, leemos: «Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.» Algunas tradiciones hebreas sugieren que este pasaje describe dos eventos separados: la creación de una mujer junto a Adán y, posteriormente, la formación de Eva a partir de una costilla de Adán. Según estas tradiciones, esta primera mujer sería Lilith, quien, al abandonar el Paraíso, se transformó en un demonio, raptando niños y representando la belleza maligna.
Más allá de estas tradiciones, el mito de Lilith tiene raíces más antiguas, posiblemente en las culturas sumerias o acadias. En Mesopotamia, Lilith es asimilada a demonios femeninos llamados Lilitú, que eran mitad humanas, mitad divinas, y se asociaban con la noche y la seducción.
En el folclore judío, Lilith adquirió una personalidad más compleja, descrita como un ser creado de inmundicia, diferente a Adán, quien fue creado de polvo puro. Según textos como el Yalqut Reubeni y el Alfabeto de Ben Sira, Lilith se rebeló contra Adán, rechazando yacer bajo él y, al no someterse, abandonó el Edén.
Isaías 34:14 es la única mención de Lilit en la Biblia, donde se la presenta como una criatura que encuentra descanso en un desierto desolado. Este pasaje ha sido interpretado de diversas formas, pero ninguna con base sólida en el canon bíblico.
Aunque Lilith ha sido objeto de numerosas leyendas y mitologías, su figura es más una construcción cultural que una entidad reconocida en la fe cristiana. La tradición bíblica no sostiene la existencia de una Lilith previa a Eva, y su mito parece más una mezcla de antiguas creencias mesopotámicas con tradiciones posteriores.
Desde una perspectiva cristiana, es importante centrarse en lo que la Biblia enseña claramente. Génesis describe a Eva como la primera mujer, creada como compañera de Adán, y ambos juntos representan la culminación de la creación de Dios. La historia de Lilith es un mito que ha sido utilizado para simbolizar la rebelión y el caos, pero no tiene lugar en la doctrina cristiana.
La verdadera enseñanza bíblica nos dirige a la comprensión de la humanidad creada a imagen de Dios, con un propósito divino y una relación especial con su Creador. Cualquier adición o reinterpretación que desvíe de esta verdad debe ser vista con cautela y discernimiento, reconociendo que la revelación de Dios es completa y suficiente en las Escrituras.