Él siempre se metía en problemas en el colegio, así que cuando los padres del muchacho de tercer año recibieron una llamada más para reunirse con la profesora y el rector, sabían lo que les esperaba. O eso era lo que pensaban.
La profesora se sentó con el padre del muchacho.
– Gracias por venir -dijo-. Quería que oyera lo que debo decirle.
El padre cruzó los brazos y esperó, pensando qué defensa podía usar esta vez. La docente procedió a escribir una lista: diez afirmaciones positivas del estudiante «alborotador».
– ¿Y qué más? -dijo el padre cuando ella terminó-. Oigamos lo malo.
– Eso es todo lo que quería decirle -contestó ella.
Esa noche, cuando el padre llegó a su casa, le contó lo sucedido a su hijo. Y de manera sorprendente, casi de la noche a la mañana, cambió notablemente tanto la actitud como la conducta del alborotador. Cracias a la disposición de la docente de resaltar lo positivo antes que lo negativo.
«Muerte y vida están en poder de la lengua, y los que la aman comerán su fruto.» Proverbios 18:21