Akiva ben Iosef (50 –135 d.C.) o simplemente Rabí Akiva vivió a finales del siglo I y principios del siglo II (los años de nacimiento y muerte mencionados son estimados). Fue una gran autoridad en materia de tradición Judía, y uno de los esenciales contribuyentes a la Mishná y los Midrashim Halájicos. Es nombrado en el Talmud como «Rosh ha Jajamim» (Cabeza de todos los sabios). Si bien carecemos de datos históricos independientes de la tradición talmúdica, merece ser llamado el Padre del Judaísmo Rabínico.
Akiva, proviene de una familia comparativamente humilde. Se sabe por tradición que en su juventud fue un pastor de ovejas, ignorante de las leyes y tradiciones, pero a la edad de 40 años aproximadamente, siendo padre de una numerosa familia, Akiva decidió concurrir a la academia de su pueblo natal.
Rabí Akiva tuvo una participación muy activa en la rebelión contra el Imperio romano encabezada por Simón bar Kojba, a quien proclamó Mesías. Fue capturado por los Romanos y torturado hasta morir en Cesárea en el año 135 d.C. La acusación fue violar los decretos de Adriano que prohibían la enseñanza de la Tora. Rabí Akiva fue torturado con peines de hierro calentados al rojo vivo con los que le arrancaban la piel y la carne, por lo que es considerado uno de los 10 mártires del judaísmo y su nombre es recordado en el servicio de Yom Kipur.
El Talmud Babli tratado Shabat 86a nos cuenta:
Rabí Akiva le regaló una joya de oro muy importante a su esposa. La esposa del Nasí Raban Gamaliel vio la joya, le dio envidia y recriminó a su esposo. Este le contesto: “Si tu hubieras hecho por mí lo que ella hizo por él, yo hubiera hecho por ti lo que él hizo por ella”. (En referencia a que ella cortó sus trenzas y las vendió para que él pudiera continuar con sus estudios de Torá)