Se dice que la primera persona que se ofreció para la obra misionera en la Iglesia Metodista del Sur, fue una señora, maestra de escuela del Estado de Misisipí. Oyó un sermón sobre las misiones y, sintiéndose constreñida, colocó en la canastita de la colecta una tarjeta con las palabras escritas:
— Yo misma me doy, y doy también cinco pesos, para la obra misionera.
Más tarde se casó con un misionero y lo acompañó a la China. Su hijo llegó a ser el obispo Lambeth, uno de los más notables de los misioneros modernos.
El Expositor Bíblico.