Cuando alguien intentaba generar una disputa con el doctor Ironside acerca de una cuestión de poca importancia sobre la que había predicado, contestaba: «Bien, querido hermano, cuando lleguemos al cielo, uno de los dos habrá estado equivocado, y quizá seré yo». Este espíritu ponía fin a todas las discusiones.
«Mis padres vivieron 55 años casados. Una mañana, mi mamá bajaba las escaleras para prepararle…