Durante el maratón olímpico del año 1968, el mundo vio un cuadro exacto de lo que es el compromiso. John Akhwari corría por Tanzania, y aunque no ganó la carrera, se ganó los corazones de todos los que lo vieron correr. Casi al comienzo de la carrera, Akhwari se cayó y se golpeó. La mayoría de los corredores hubiera abandonado la carrera para recibir atención médica, pero en esa fría noche en la ciudad de México, John Akhwari se levantó y se vendó rápidamente la pierna que sangraba. El golpe y la herida hicieron su impacto, pero ese determinado hombre de Tanzania decidió no abandonar la carrera. Continuó corriendo, aunque iba a varias millas de distancia del grupo mayor de corredores. Finalmente una hora después de que todos los corredores habían terminado, John Akhwari llegó al estadio, que para entonces es taba casi completamente vacío de espectadores. Corrió la última vuelta lentamente y cruzó la línea final literalmente solo. Bud Greenspan, un respetado comentarista de deportes, observó el espectáculo a la distancia. Estaba tan intrigado por ese heroico final, que se acercó al casi exhausto corredor y le preguntó por qué había continuado la carrera después de haber sufrido una herí da tan seria. John Akhwari respondió:
– Mi país no me envió a 15.000 kilómetros de distancia para comen zar la carrera. Me envió para terminarla.
“Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios”. Lucas 9:62
Esto es exactamente el cuadro que representa a un cristiano, porque corremos rumbo hacia la meta, pase lo que pase no nos detenemos ni miramos hacia atrás.
“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.” Hebreos 12:1-2
«Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma». Hebreos 10:39