Un caballero visitó una joyería, propiedad de un amigo suyo. Este le mostró una gran variedad de prendas y piedras preciosas. Entre las colecciones de piedras observó una de éstas que apenas si tenía brillo, parecía estar sucia, no llamaba la atención. No revelaba su belleza como las demás.
—¿A qué se debe la diferencia? —preguntó.
El joyero, tomando aquella piedra en la mano, la frotó. Al contacto de sus manos estaba brillando con todo esplendor.
—¿Cómo es eso? —
Preguntó el caballero.
—Esta piedra es un ópalo que llamamos una piedra simpática. Su escondido esplendor brota tan pronto como uno la frota entre las manos.
Muchas vidas viven a oscuras, ignoradas, porque no ha habido quien las atraiga con lazos de amor, con cuerdas humanas.
Muchas veces hemos carecido de ese toque de simpatía personal que nos lleva a descubrir el fulgor de una vida donde otros sólo han visto sombras y oscuridad.